Tengo que organizar el regreso a casa.
Me abruma:
Tanta lucha inútil y tan tan poca solidaridad.
Dar lo mejor de mis talentos por unas perras miserables.
Ser donante de sangre para un pueblo que me putea y me echa de mi tierra.
Recibir palabras de compromiso que son mentiras, indiferencia velada.
Asqueado de haber trabajado gratis para beneficencias dudosas.
Aguantar a todo el mundo y recibir constantes críticas sobre mi hidalguía irreverente.
Harto, quiero escribir la segunda parte de mis Memorias.
Desprecio con memoria a todos los cretinos que se aprovecharon de mi talento para escalar y comprarse piso.
Sobre todo lamento haber sido tan ingenuo y generoso aunque tenga fama de malgenioso: aquí jamás entendieron mi ironía.
Mayor cortesía,
dar las gracias,
pedir por favor, disculparse,
ceder el paso,
no tirar desperdicios en el espacio público,
no morir intentando sobrevivir cada mañana rodeado de parlantes ignorantes
no aguantar más cabreos que nada tienen que ver con mi historia,
no hacer de "negro" para nadie más,
no más carcajadas en mi jeta.
Menos mercantilismo,
menos cretinismo,
menos estupidez humana de la que tanto abunda.
y, por favor, señores, menos palabras vanas. ¡Abruman!
Me harté de ser amable.
Propuesta para este milenio: dinamitar este sistema o abrir una biblioteca en un pueblo provinciano argentino. Aquí sería una quijotada, un suicidio.